No me hagas mucho
caso,
Pero a veces te has
quedado atrancada
Entre mis manos
Mientras aplaudía
cada puñalada
Cada mentira y cada
engaño,
Como se aplaudía en
los coliseos
A los leones
hambrientos
Que devoraban
armaduras
Más duras que la mía.
No me hagas mucho
caso
Que hace días que
permanece
Mi pulgar hacia
abajo, sentenciando.
Y yo que me alegro
De que a tu recuerdo,
ebrio de vacío,
Se le hayan olvidado
los motivos
Para alojarse en mis
adentros.
Y yo que me alegro
De que no me hagas
mucho caso
Para no tener que
explicarte,
A ti, luna de sal,
Que no soy yo, sino
tú,
La que se ha quedado
a medias
de escribir,
Pues este es el
último poema
que permito que merezcas.
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