He cruzado la línea. Esa línea que dije que no cruzaría en bastante tiempo. Créeme que he desgastado mucho mis pastillas de frenos intentado eludir la obviedad. Sabía de sobra que estaba introduciéndome en terreno conocido y sangrante, rehaciendo el camino de miles de heridas que no han sanado aún. Tal vez por eso me duele empezar a quererte.
Me he dejado hacer, al final. He cedido a los encantos escondidos, a tus secretos de llave y candado. Y no quería. No quería darte el poder, no quería enseñarte mis puntos débiles, mi “criptonita”, porque ni si quiera soy una heroína que pueda salvarte de ti misma. Pero eso todavía no lo sabes.
No quería que supieras quien soy, ni a qué dedico mi insomnio. Y sin embargo, es él quién ha ido a buscarte. Ese pajarito que siempre te lo cuenta todo.
No quería tampoco que supieras cuándo me pasa algo y cuándo no. No quería que me liberaras de la prisión que supone callarme el mundo. Y siempre, acabo diciéndotelo, sea ebria, sea entre risas o quitándole importancia, me vuelvo translúcida cuando tú eres quién pregunta con esos ojos que no existen en otras cuencas que no sean en las tuyas.
No quería que fueras capaz de cambiarme de lugar los días de la semana, que los lunes quiera que sean viernes, los viernes, sábados y los domingos viernes, y vuelta a empezar. No quería que quitaras horas a mis días para que pasen más amenos, sólo por la única razón de verte. No quería que llegara el momento que cambiara un “Si no funciona, no importa, ya vendrá otra” por un “Si vienes, que seas tú”.
No quería romper mi caparazón, no quería dejarte entrar. Pero no me malentiendas. Simplemente es el miedo que tengo a esos picos que no hacen daño, que luego te abren en canal y adiós mariposas. Y las mariposas son como las neuronas, ¿no lo sabías? También funcionan con el oxígeno, de las palabras, y se me han muerto miles intoxicadas por mentiras e intereses.
Sólo quería decirte que he cruzado la línea, esa que al pasarla, si te atreves a mirar hacia atrás, te llamarán cobarde. Y aunque he pensado en huir, salir corriendo sin nada que poner entre mis piernas, he optado por escoger la opción más acertada. Lucharé, por ti, si me dejas, sin condiciones. Y cuando sienta que quiero de más, simplemente me iré.
Y no será huir, ni será de cobarde.
Simplemente conozco lo que merezco y lo que no. Y confío, ahora un poco más que ayer, que seremos puños, nuestros pasos golpes y que daremos ese gancho de izquierda que se merece el mundo.
Déjame hacer y nos convertiré en leyenda.