25 may 2011

Recuperación 23/2/11

Últimamente no es que nos sobren los momentos románticos, sin embargo, pequeña jade... ¿Qué importa?
Siempre preocupándome por hacer que no te preocupes, por hacer, por hacer y no por sentir. Siempre queriéndote más e intentando someterte a mis encantos banales; arrancándote del todo de tu más sincero mundo. Supongo que esta es una de las muchas cartas que nunca verán la luz y donde puedo hablarte. Decirte que me he vuelto de nuevo del revés, he vuelto a perder las riendas de mi salvaje inconformismo sin pensar que tú también montas en su lomo.
Y te echo de menos todos y cada uno de los días que, con los ojos, me dices que te vas, y ahora no es distinto, pero ya no es como en las discusiones que se amortiguaban con las noches del ayer donde yo carecía de sentido. Pues le dije al pasado que pusiera una pared de almohadones y cojines entre su lugar y el presente, por si volvía a caer, que no me hiciera tanto daño. Y siento, en mi más profundo interior, el dolor de una de mis pérdidas, tal vez un trozo de consciencia marchito donde la rabia se había ramificado, formando puentes que se pintaban solos de terror. ¿Y a qué miedo puedo suscitar mi irrevocable aversión y odio?
Tal vez a mis días cálidos contigo les falten grados y por ellos fuesen borrados por la sangre de mis neuronas al no dejar de pensarte. Tal vez a tus labios, que ocupan la pantalla de cine de mi onírica existencia bajo las sábanas, una y otra vez, abriéndose y cerrándose y venciendo mi corazón a una caída insufrible.
Sea cómo sea, mi pecho es libre. He comprendido que nadie me obliga a amarte a todas horas; tú no lo necesitas y a veces cansa.
También que los días van pasando y poco queda de esa angustia existencial vacía que me abría en canal, abriéndome tal herida en el alma que aún cuesta de sanar. Ya no me faltas porque nunca te tuve y nunca te tendré.
¿Sigues queriendo que te quiera y persiga ilusiones en su propio cementerio?
Pues arremolinada entre tus verdes ramas llameantes, como la naturaleza: libre e independiente del ser humano, te muestras.
¿Cómo haces que sea fácil? ¿Cómo consigues hacerlo?

Sin embargo, no te espero. Tal vez él sí que lo haga por mí.