8 dic 2010

El lugar

Vamos caminando y las pisadas se van clavando en nuestra piel, como sucios arpones a la caza del fracaso y la dejadez. Pero no cesamos de andar, de seguir el camino porque sabemos que llegaremos algún día, que algún día aparecerán las puertas, que el viaje no habrá sido en vano. A lo largo de todo el tiempo donde hilamos la senda celeste, alguna vez que otra ha aparecido, pero siempre con la miel en los labios nos deja y debemos olvidar para seguir caminando, sangrando lágrimas de hiel. Él es grande, inmenso y acogedor, es el lugar donde las musas juegan con nuestro pelo, ellas no nos hacen estar incómodas bajo sus miradas de hojas, del frondoso bosque donde nos protegen. Allí, donde la noche se alarga y nuestra energía no se agota, allí nos ámamos, anocheciéndonos en el dulce sabor del cuerpo de la otra.

Y eso no es todo, pues cada vez que nos adentramos en la suave cúpula de nuestra piel y nuestros besos y sobrepasamos el límite, la fina franja que separa el mundo real de nuestro mundo, todo se sucede en constantes big bens, como si cada vez que juntáramos nuestras bocas el universo temblara. Porque cada vez que te vas después de estar conmigo, cada vez que te desprendes de mi, el cielo de nuestro pequeño y acogedor mundo se queda a oscuras. Porque tú eres ese satélite que ilumina sus noches. Sin tí desaparece el oxígeno, la gravedad se hace más fuerte y si te vas, allí me siento sola y tengo frío. Mi mundo sin ti, es un lugar donde no quiero estar. Mis ganas de abrazarte en la penumbra se intensifican si no te encuentras a mi lado.

No puedo expresar todas esas cosas que me haces sentir, eres mis pulmones, eres mi piel, eres cada segundo de mi existencia. Y formas parte de un capítulo de mi historia, y quien sabe, tal vez del libro. Pequeña, en nuestro lugar siempre tendremos un sitio seguro, huye a él cuando sientas que vuelves a crecer, que nuestro mundo sea tu Nunca Jamás. Si sientes que las sonrisas se te acabaron, vuelve a él, a por más, llénate los bolsillos y el rostro de ellas, hazlas partículas en el aire del mundo real, para que todos las respiren. Regálalas por Navidad, regálalas porque sí, son un tesoro de la Humanidad. Hazte vestidos con ellas, decora las vidas del mundo con ellas. Y todos recordarán esas sonrisas, yo escribiré sobre ellas, Hablaré de todas las veces que iluminaron la noche en nuestro mundo, de todas las veces que me las tatuaste en el cuerpo a base de besos y caricias, de como mordiste mi corazón y me lo robaste con una de ellas. De como no lo hecho de menos porque sé que es la luz de tu interior la que lo cuida, como si fuera la más sublime joya. Pero estate atenta, pequeña jade, pues es él, mi corazón, el que te quiere, más que la noche a los sueños, más que la poesía a las musas. Es él quien escribe estas palabras, es el quien me dibuja las miradas que luego hacen aparecer tus preciosas y enigmáticas sonrisas. Son ellas las que me atan a tu cuerpo y a tu sed. Son ellas las que me permiten volar sin tener alas, ni pensarlas.

En nuestro mundo todo lo que imaginemos es posible gracias a ti. Estás llena de magia y te alimentas de mis sueños.