Se me hace muy difícil escribir todo lo que ha significado
este año para mí, tanto en cosas buenas como en cosas malas.
Este año he llorado más que nunca, he reído más que nunca
también, he olvidado y he vuelto a recordar. He dejado a gente en el camino y
muchas de esas personas me dejaron a mí, personas que ya no merecen estar en mi
vida ni yo pertenecer a la suya.
Me he dedicado a caminar sobre los meses de este año, que
califico de “tener un poco de todo”, porque si he reído es porque sobraron
alegrías a veces y si he llorado es porque algunas veces caducaron.
En este año que muere conforme los minutos pasan, en un
atardecer largo y sangrante, reflexionando sobre todo lo que pude hacer y no
hice, todo lo que pude ser y no fui, todo lo que pude elegir y no escogí porque
no era el momento de hacerlo… No me arrepiento de absolutamente nada.
En este año he recuperado a personas que decidieron
marcharse, concretamente la persona que más he querido en mi vida. En este año,
la perdí dos veces y ella también me perdió a mí, aunque a veces pienso que en
muchas ocasiones nos perdemos solos en este vaivén de palabras, de fechas, de
besos, que ya no significan nada pero que marcaron muchos comienzos y muchas
despedidas. Ella se fue y parte de mí se fue con ella y con lo que fuimos. Los
abrazos, los besos; tantas y tantas veces verla caminar a mi lado y tener ese
motivo único por el que sonreír. Pues la mayoría de las veces que pensé en este
año y mi corazón latió fue por ti, por las cosas que hacías, por los momentos
que pasamos en el mismo carril del camino y que ya no volverán. Y no por ello
olvidaré. Recordaré siempre las cosas que nos hicieron felices a ambas y
enterraré con este año, los días grises y semanas que como agujas, aún me
arañan la piel. Espero de verdad, desde
lo que aún me queda por olvidar, que ojala sea feliz. Sea sola, sea con alguien
más. Que sonría y llene el año que va a nacer de sus ojos al reír. Nada ni
nadie necesita más, y aunque nuestros caminos nunca volvamos a unir, siempre quedarán
estas líneas y los pensamientos que fluyan en su cabeza al leerlas. Gracias,
por hacerme feliz y hacerme daño. Sin ambas, no sabría lo que es vivir.
Personas que se van; personas que aparecen. Personas que
haces aparecer, pues eres tú mismo quién eliges a quién quieres mantener cerca
de ti. Yo decidí que la chica que conocí un día de Abril, la que es ahora mi
mejor amiga y una de las personas que más quiero y seguiré queriendo cada vez
más, se ocupara de recomponer los pequeños pedazos en los que me había roto.
Ella fue y sigue siendo la única persona que consigue hacerme sentir especial,
que consigue que las sonrisas que me salen a la voz no sean sólo espejismos. Me
hace feliz, me encuentra dónde yo ya busqué antes, me saca de los pozos donde,
asomando la cabeza, me caigo. Sin ella, sin sus días y sus noches, sin sus
viajes pensados el día de antes, sin sus bromas y sus “te amo”, sin toda ella
en su pequeño y perfecto conjunto, no sería más que trozos de mí esparcidos por
una vida que no flota. Gracias por todas y cada una de las cosas que has hecho
por mí en este año. Gracias por todo lo que sigues haciendo, por cumplir todas
tus promesas y no fallarme jamás. Por existir, gracias. Te amo.
En la vida que he ido tejiendo a lo largo de estos trescientos
sesenta y cinco días, he conocido personas maravillosas. Personas como aquélla
chica con la que tan solo y desgraciadamente estuve una semana y un mes entero
disfrutando de sus besos. Supongo que por cosas del destino y demás, nuestros
ríos se han desviado por afluentes distintos. Ahora ella es un amiga muy
querida para mí y quién dice que “algún día…” decida volver a llevarle ese café
y esas tostadas a la cama. Quizá algún día vuelva a necesitar que me saquen de
aquí, quizá algún día sea nuestro momento. Me alegro que aparecieras. Gracias a
ti estos meses de atrás se hicieron más amenos. Y fui feliz y te hice feliz,
eso es lo que más nos debe importar. Muchas gracias por aparecer de la nada y
ayudarme de mil formas distintas. Gracias.
Echaré de menos este año, echaré de menos todos los momentos
que dejo atrás. Darme cuenta que estoy creciendo, que dentro de menos de un mes
cumpliré diecisiete. Que seguiré siendo niña en espíritu pero no en
responsabilidades. Echaré de menos a todas las personas que se fueron, todas
las veces que quise que volvieran, echaré de menos las carcajadas y las
lágrimas amargas que vertí tantas noches en mi almohada y que ahora sé que no
merecían la pena. Y cuando me despierte el domingo, sé que miraré al sol
directamente y me daré cuenta que todo lo de atrás, no sólo este año, sino los
anteriores, me han hecho mejorar como persona. Que sin el dolor, sin la culpa,
sin la alegría, sin la recompensa, el amor, la vida, el cariño, sin la pena, la
rabia, la intuición, el ímpetu… Y todas esas emociones y sensaciones que he
experimentado y las buenas y malas situaciones durante mi vida, sin ellas, no
sería lo que ahora soy.
Gracias a todos mis amigos, que por tiempo no puedo
mencionar aquí. Gracias a todos los que me queréis, a todos los que quiero, a
mi familia por dármelo todo y seguir ahí, aguantándome y enseñándome cuándo se
acaba el mundo y cuándo no.
Por ellos, por todo lo que he sido y, lo que gracias a ellos y sobre todo a mí misma, he llegado a ser, me siento más fuerte que nunca. Seguiré haciendo lo que me gusta, el arte. Seguiré soñando, seguiré poniéndome metas imposibles de alcanzar, cometeré todos los errores posibles, me propondré retos imposibles de llevar a cabo, cruces imposibles de sobrellevar. Y seguiré superando cada uno de los obstáculos, y disfrutando cada una de las sorpresas, que me tenga preparadas ya no este año que viene, sino esta vida, que por mucho que a veces me cueste, no quiero que acabe.