21 oct 2015

Pues rojo

Bueno, creo que he terminado de tirarme por la borda. Fui primero azul, seguido de níquel y por último el rojo. Es un rojo que lo ha cubierto todo en homogeneidad siniestra, que no simboliza ni fuerza ni fuego interior. Sólo es el rojo silencioso de un bote de pintura que se derrama ante la mirada impasible del que lo mira.

La mezcla cae en resbaladizo descenso, espeso sobre la madera de este barco que fue tontamente astillado a lo largo del viaje. Cae sobre mis manos, sobre mis pies y mi frente y ese peso me hace echar a andar como si fuera la gasolina que funciona en mi motor. Pero no para de bramar el viento que de un sólo grito endurece el mejunje que me embalsama hasta detenerme por completo. Se me habría ocurrido aspirar poco a poco el azul, el níquel y el rojo, pero no puedo hacerlo. Comprendo que no es materia lo que tengo sobre la piel, pues el azul es un color, por lo que literalmente no existe en este mundo; el níquel está en cambio constante y esa inestabilidad me impide acercarme al núcleo de la enzima para poder volverlo maleable a mis manos; y el rojo es sencilla nada. Una señal de advertencia. Un sentimiento que se pinta solo para hacerte entender que algo malo sucede. Soy tan ignorante y despistada que no pude ver lo que tenía delante de los ojos. Sí, era el rojo invadiéndome con lentitud. Primero las manos, seguido de los pies y de la frente hasta el punto de no saber si el problema era ese rojo o si es que acaso había empezado a formar parte del mismo. No puedes juntar manzanas y peras al sumar, lo mismo pasa con los colores y la gente. No puedes sumarme a mí con el rojo, porque existimos en planos complejamente diferentes, por lo que sólo puede permanecer uno en cada plano si no quiere perder esencia. Sin embargo, el rojo radica en mi naturaleza como las manzanas y las peras son dulces y de piel fina.

La decisión está tan en tablas que sólo tengo el molde por hacer, pero algo me dice que es mucho mejor lo que asoma dintelando la figura que el contenido que rellena por dentro con esa mezcla siniestra el interior.

Simple desbordamiento más la más cero necesidad de recogerme toda otra vez. Lo mejor de todo esto es que aún no he averiguado la manera y eso suaviza el aprieto en que la mezcla me tiene envuelta.

1 sept 2015

Algo y ritmos

30/05/2015
En el antes o el después, me plantaría en la O y en su serenidad presente, volviéndose tocada por la locura en su boca cerrada como en un portazo perdiendo de vista la S para poder hallar la D. Sin embargo, entre las dos letras hay un mar de posibilidades que no han sido barajadas esta vez por hastío... por la vulgar vaguería, porque no es nada que no haya visto antes. Y esa es la ecuación sin solución que el polvo va a tragarse de un momento a otro, pero estoy en marcha para experimentar lo que sea que vaya a salirme al paso.

10 abr 2015

Tal como fue

Quisimos salsear y así fue cómo empezamos el drama entre las dos. Porque sí, nos gustaba que hubiera algo en qué pensar, y por qué no, llevarlo hasta el punto de no retorno.

No supimos salsear. Nos faltó auto control, nos faltó relajarnos, nos faltó soltarnos, nos faltó compartir lo que tenemos, nos faltó aportarnos algo más que discusiones, nos faltó entendernos más, comunicarnos más, ser más honestas y sinceras con nosotras mismas y con la otra. Reconozco que no lo fui contigo en algunas ocasiones por no echar más leña al fuego. Pero tú querías que hubiera más llama o eso creí. Y yo sólo quería que hubiera la suficiente para calentarnos pero creí que tu versión iba a ser mucho mejor que la mía, así que le añadí más leña al asunto. Lo creí cuando tú ya te habías cansado de todo. Y seguí sola, echándole fuego a un amor que no existía y me quemé por completo de la llama que creé. Dejé de ser yo misma y empecé a parecerme más a ti perdiendo mi esencia.
Quisimos salsear pero no supimos cómo hacer las cosas bien porque nos faltó mucha humildad y nos sobraba orgullo por todos los poros del cuerpo. Y yo me confundí en tus señales y premisas que no pararon de salir de forma dudosa y acabé perdiéndome a mí misma en ti, y tú en mí, y luego tú saliste y no supiste cómo se ayuda a alguien que has querido mucho cuando no entiende por qué de su mundo sólo quedan cenizas.
Así que no me sorprende que esté molesta porque no hayas tenido más decencia que la de salir con el rabo entre las piernas, osea, cero, lavandote bien las manos para no tener nada que ver con la mierda en la que he dejado mi vida por confiar en ti que te consideraba de fiar. Me pediste confianza y yo te la di. Te dije que era lo más frágil de mí misma. Porque si la pierdo me vuelvo un ser sin sentimientos, alguien perdido. Me rompí el corazón y aún sigue siendo difícil la reconstrucción cuando no consigo encontrar piezas que me hacen mucha falta. Y por encima de todo, más me jode darme cuenta de que no tengo la misma disposición a expresar lo que siento sobre un papel porque me hace sentir una pringada. Pero de eso no tiene sentido que te culpe. No sé ni lo que he podido hacerme en todo este tiempo, como si me hubiera puesto hasta las cejas de aya-huasca y tras el trance tenga una configuración diferente en mi cerebro. Tengo lagunas, no recuerdo mucho y es que los petas han hecho mucho daño. Quiero verdadera liberación. pero es importante que me siga dando el tiempo que necesito. Quiero tranquilidad y me la voy a dar. Quiero dibujar y lo voy a hacer. Quiero estar mejor, y lo voy a estar. Me lo debes, Universo.

25 feb 2015

Ensayo de putas ganas de nadar en profundidades que me ahogan


El tiempo ha sido durante años tan temido por aquellos que no han sabido recolectar en sus prados los recuerdos que ya no volverán. Y arrepentirse, sin embargo es un descuido que te empuja violentamente por lo que nadie está dispuesto a asumir si no consigues poner en cosmos cabeza y corazón; raciocinio e instinto.

La pérdida es la muerte como la muerte es la pérdida y cada vieja paradoja es tan sólo la misma reiteración en número pi. Todo lo que conocemos tiende a repetirse en bucles. Descendimos a los infiernos con paso petulante encontrando en caminos de bandidos supuestos pedazos de lo que un día nos hizo libres. Sexo, cigarros y palabras que nos devolvieron el dominio. Así que estamos tomando sin duda la decisión de ser nada más que nosotros mismos, que se basa en erradicar en lo absoluto nuestros placeres en el fuego demoníaco que es obviamente nuestro vicio. Amemos ese vicio intensamente como la prueba de que aún hay sueños que podrían suponer la transformación, la transición y el regocijo de haber visto que toda conexión consciente pasa a través de mí formando nuevos recodos de adentro hacia el mundo. Hablo sin abrir la boca, con los ojos de quién se ha llenado de locura por golpear a su antojo las ideas contra las escápulas a traición. A sabiendas de que no traiciono mis premisas, si no la prisa de encontrar la vida que no crece dentro de mí. Me entristece la desazón de no saber nada a pesar de la experiencia. Estoy triste porque me quise desinhibir hasta el punto de no volver a nada conocido. Parece ser que me he asesinado y claro, sangro como todos. Si ya sé que no sólo el sexo puede salvar mi oniria, pero en cierto sentido sólo en cuerpos adyacentes al mío hallé mi libertad. Y nadie, por no saber explicarme o quizás es que no exista comprensión sobre mí, entiende lo desesperante que puede ser para alguien que ha amado tanto al amor tonto haberse perdido intentando encontrarse. Algunos dicen que es que amo al amor de forma altruísta y ahí está el conflicto. Yo creo que amo el conflicto. Y ahí está lo auténtico de Dramor, ese dragón que comenzó a soplar fuego de su boca quemando uno a uno nuestros árboles frutales y con hijoputismo innato fue prostituyendo la idea de que amor sólo es dopamina en el cerebro.


No sé cómo he podido llegar a separarme la piel de los huesos cuando no se nota ni la brisa que me suaviza. El viaje astral nos dejó a la orilla en playas de infinita lejanía y exagerada adversión Si ya no veo, y por no ver, no me decoro el interior porque está seco echando de menos el sabor agridulce de los besos que te quitan los adornos dejando sólo la fealdad de esos huecos nihilistas y se van; la nada en tiempo desconocido. Espero que alguna cosa me sepa a verdad a partir de este mal trago que se llevó la pasajera que anida tiroteos bajo parpadeos innecesarios. Pero píntame de frescos, de sarcasmos, de conocimiento. Por favor, desearía que me nutrieras sin vértigo a caer en pozos libres de miedo. No me gusta lo que escribo, tú que me estás leyendo tampoco te gustará la sensación de perder un poco de tiempo al leerme para no entender ni un ápice de lo que digo. Pero creéme si te aseguro que no escribo para mentes que se vacían de intentar al menos darles un sentido.


Quitándote de en medio quebraderos de cabeza sólo puedo decir que estoy endeudada con el frío que me deja en números flojos. Que me entiendas, joder, que no me veo bien, que tengo ciego el tercer ojo, que la boca me sabe a cenizas y el ámbiente me huele áspero. Que vivo soldándome las sienes por si un día me sale volando el cráneo. Que te quiero, vida, pero pocas veces has sabido devolverme lo que me es propicio. Y ya estoy cansada, vida, de encontrarme dispersando mis facetas en despedidas que no se dan, en abrazos que se niegan por miedo, en pateos que no di por gilipollez. Que lo siento tanto, vida, por no recordarte bien. Que me duele tanto, vida, darme cuenta de que me tragué el alquitrán y ahora me quema el veneno provocándome estas porosidades que doy en tonos de voz. Que me quiero follar mejor de lo que alguna vez creíste haberlo hecho, pues mentira, y lo siento, por no haber sabido cómo se entiende de verdad el alma. Y siento sin culpa el nudo en mi garganta por si no vuelvo a aprender a ver el mundo como lo veía, porque en ese mundo existíamos todos a mi manera única de ver y nadie lo cuidó. Me siento herida de muerte. Donde hubo destrucción, también hubo construcción pero el ambiente huele a sucio cemento seco donde antes habían fragancias. Asco y miedo en las venas. Te digo que tengo miedo, vida, y siento que me mal instruyera en poderes cobardes. Pero sí, sin duda también siento que no supieras entender lo que supuso la autodestrucción. Con ella, desaparecí yo, pero sobre todo, todo el mundo desapareció en un apagón, y al estar en número rojos, vida, más siento no poder darle luz al gas oscuro que no podría reflejarla. Te sigo odiando, vida, por haberme creado la sensación o fusión de estar sola con una cabeza que cada vez entiendo menos como si me colara de lleno en una espiral hacia dentro de mí misma para caer en gravedad 0. Flotar sin sentido, ¡qué más quiero! Emociones que más quiero me dejan, me olvidan, me entierran en soledad ácida. Dame un bocado y verás a qué sabe el limón solitario del frigorífico. Y no me gustaría, y lo siento vida, porque no me gusta por saber que a ti tampoco te gustaría encontrarme si ya no soy.



-Ensayo de putos sueños de nadar mar adentro.-

La dubitativa

El tren estaba a punto de salir. Su pitido me había hecho perder los nervios casi de inmediato y no conseguía sentir otra cosa que no fuera el eterno pause; mi cuerpo paralizado por la incertidumbre. No estaba segura de nada en aquel momento y lo sabía. Como quién ha visto a la parca pasar ante sus ojos, en ese caso yo me quedé como estatua de sal visualizando en mente y cuerpo lo que supondría no coger el dichoso tren, y, así por mi mente se fue materializando en proyección la serie de sucesos devastadores que me dejarían aún más seca si cabía, y esa era autodestrucción de todo lo que era mi vida. Las "flores", lo nuevo, la frescura, el sabor, mis conocimientos... todo lo que una vez creí conocer subió a ese tren y se marchó después de haber estado esperando más de lo que debiera a una yo dubitativa y llena de verdadera psicopatía que recogía su pie en el aire con clara intención de dar un paso pero lamentablemente otra vez lo dejaba en el sitio del que yo tan dubitativamente idiota no le permití despegarse ni si quiera horas después de que ya no estuviera en andén alguno.


Y el pitido volvía a pedirme a gritos que subiera y yo estaba demasiado asustada, plantada, siendo el árbol que te encuentras un día en el jardín sin cómo ni por qué bajo la suposición de que alguien dejó caer por accidente la semilla de la desesperación. Sí, aunque comprendía que había llegado mi hora, el punto de inflexión o como se entienda. Sin embargo, no me apeteció aceptar los cambios en el guión.
Al final mi cuerpo no se movió ni un milímetro aunque mi mente soñó que se subía a uno de esos vagones sin dudar en dejar el recipiente vaciƥ tras de sí, como si hubiera sido una ameba que se había cansado de vivir a la sombra de su hermana, que quería ser libre y en un arranque dejó a la defectuosa y subió con espíritu libre al vagón. Pero seguía soñando despierta después de todo pues la chica que algún día fui se había quedado atrapada en esa estatua de sal en medio de ninguna parte y lo que se había ido se trataba de mis ideales. Mi otra y y mejor versión de mí. Me eché a llorar y lo pasé mal. Y ahora quisiera volver obsesivamente al estado que se sentó en algún asiento de ese tren-ida. Habrá alguna forma de hacerlo volver o quizás es que al mismo tiempo la esperanza fue de polizón creyendo ingenuamente en mi promesa de seguir adelante a pesar de todo.
¿Y qué se hace cuando pierdes la esperanza? ¿Qué se hace cuando pierdes la cabeza? ¿Qué haces con la vida cuando no dejas de perder trenes mientras resoplas de aburrimiento? Yo lo sabía, me repito pero me sigo preguntando sin poder entender lo que me pasa/pasó para responder con algo válido.

Y las lagunas mentales en este mundo no han hecho mucho por sacarme de este show anafiláptico que sigue pesando mi alma en gramos.

Reallyrealief