Besarte. Tocarte. Que sobre lo demás. Tu voz aullando en el
momento exacto en el que te desnudas de verdad.
Nada se compara a ser dos gatos recogiendo los pedazos de
las sobras que nos hacen. Inventar miradas nuevas, bordar el día con la punta
de los dedos, quedarnos secas y volver a bebernos, a debernos otro más.
El mejor sueño húmedo es el que se tiene después de hacerlo
realidad. Un beso tuyo al aire que no se desperdicia si es tu brisa la que lo
trae hacia mí.
Qué exacta le quedas a mis manos, ellas que convierten tu
ropa en piel. Qué bien le queda a tus ojos mirarme, y como le gusta a los míos
liberar tus prisioneros y alimentar tus ganas de verme. Qué fácil quitártelo
todo y vestirte de mí, porque tu mejor baile lo diste conmigo mientras nos
cubría la tarde.
No hay nada que me guste menos que algo que pueda
esconderte. Ni tu ropa, ni tu miedo, ni tus dudas. Déjame arrancártelo todo,
regalarte este vestido tejido con latidos de corazón erosionado. Que tú con tu
sonrisa de etiqueta conquistas cualquier pub, siempre y cuando la conjuntes
conmigo.