“No vale quererse” me
dijo, bajo las sábanas. “Es un trato y hay que sellarlo” y se acercó a mí para
hacerlo tangible con el peso de su beso. Y dije “No, no quiero prometer lo que
no cumpliré.” Y cayó el valor en las redes de un silencio que aplastó los
jardines de vistazos y reojos. Y dije “No quiero prometer lo que no estoy
cumpliendo”.
Y me besó y dijo que
lo cumpliría. Y me callé, y, conmigo, mis ojos se cerraron al abrazarla.
Qué fácil, dejarlo todo en un te quiero a medio hacer, que
si se saca antes de tiempo acaba crudo e incomible.
Que difícil decirle que los besos que no quiero dar no son
válidos para cerrar tratos.
Y ella no lo sabe, que sigo en la transición entre mi
equilibrio y ponerme la cabeza en los pies y meterla por la escuadra.


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