Fue un abrazo, de menta, de sol, de regaliz. Fue un abrazo
frío de refrescante, un abrazo como ponerse un abrigo nuevo después del verano.
Fue abrazarla lo que me hizo quedarme. Fue su abrazo lo que me hizo irme.
Comencé escapándome a veces de mi realidad torpe y
desgarbada para poder dedicarme un poco de insomnio a mí, colocando celo donde
se iban desmoronando las metas y malgastando un poco de tiempo observándote
dentro de mi cabeza.
Nuestra burbuja, un agujero espacio-tiempo que se ha parado
por completo, que retrocede y acelera como un buen beso, ese que no te di. Que
te debo, como esa aguja que explotaría la pompa de nuestros excesos, de tus
excesos conmigo y yo de excederme a dejártelos cometer.
Sigue desanudándome, desnudándome, desinhibiéndome,
desnutriéndome el tiempo, alimentando las horas de su día con el aire de los
abrazos que no me diste, que no fueron ni serán nunca como pensábamos que iban
a ser.
No hay comentarios:
Publicar un comentario