Vivir en automático.
Vivir en pechos que te estallan como una bomba nuclear,
desparramando por todos lados los motivos que creías que te iban a servir como
billete sólo de ida, volviéndolos radiactivos, convirtiéndote en la chica
tóxica que siempre has sido, al fin y al cabo.
Volví a mi centro, como un péndulo que se balancea en su
gravedad chocando con los bordes de mis desencuentros, bajando el ritmo hasta
no ser interrumpido por ningún agente externo. Y ahí apareció tu dedo,
golpeándolo de nuevo, haciendo vibrar la cuerda tensada de la que cuelga mi
cabeza. Y ahí estoy, tú que lo sabes, tú que te vistes mejor cuando estás
segura de que voy a visitarte en sueños, estoy balanceándome, volteándome,
emitiendo mi ruido para que vengas y te quedes a escuchar.
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