Dije que eran enormes puntos de inflexión que me desajustan
las esquinas de mis sonrisas cortesanas. Dije, dije que eras preciosa, que para
que mirar el cielo si te tengo a ti aquí abajo.
Dije que me intercambiabas pestañeos cada vez que sueño un
poco que me miras diferente. Quiero ser esa mirada que me eches encima que
marque la diferencia.
Porque he dicho de ti a todo el mundo que ni si quiera te
conozco, que sé lo que te duele y como curarlo y que dije que podría hacerlo si
te dejas. Dije que podría sacarte de cualquier sitio donde no quisieras estar.
Te dedico estas palabras, tú que me desconoces, tú que me
hablas a los ojos que aún no te han comido del todo, tú que quieres que te
sonría un poco más cerca esta vez. Te dedico estas palabras porque sé que te
mereces leerlas y por eso te las doy, sin pedirte nada a cambio.
Porque dije, digo y diré todo lo que haces que piense sobre
ti y no servirá de nada. Porque lo que diga se queda en el aire, se vende a las
inhalaciones de otros pulmones que no son los tuyos y no sirven. Quiero que
compres cada una de ellas y te la tatúes a la espalda, quiero hacerte renacer
de esas cenizas donde te fumaron.
Quiero enmudecerte la voz con los mismos dedos con los que
te haré gritar.
Quiero que mis palabras, lo que te digo y lo que no, sean
los escalofríos que hagan que me abraces, que me beses, que te deshagas, que de
ti no queden más que las ganas de reinventarte.
De relatarnos, de grabar la película de tus duelos de
espadas de juguete que no hacen daño. De ti y de mí, de temblar.
Dije que no hablaría demasiado de ti, que no escribiría
sobre cuánto me gustan tus ojos, esos que me gustarían más si me pudieran mirar
ahora.
Dije que no escribiría sobre ti, porque escribir sobre
alguien, para mí, es convertirlo más que en unas pocas sonrisas y palabras
bonitas. Es cambiar el punto de sitio, es no ponerle un final o un límite. Es,
tal vez, errar. Equivocarme.
No quiero ser otra de esas chicas que se equivocan contigo.
No quiero que seas otra de esas chicas que me prenden fuego.
No quiero decir que dije que te quedarías en chispas sin
provocarme un incendio.
Quiero seguir escuchando tu ruido de lejos, sin quedarme
sorda. Quiero… ¿Por qué hablar de lo que quiero? Puede que te quiera a ti y por
eso mismo no quiero saberlo.
Y por eso mismo no escribo sobre ti, y por eso mismo me
callo, me muerdo el labio y espero que no me pidas que me desnude esta vez
porque verías lo que no quiero ver yo.
No quiero echar a perder nuestro rodaje antes de que apenas
se haya estrenado la primera parte de la película. Y lo echaré a perder, a
ganar, lo echaré a suertes a pesar de que no me quedan más extremidades que
apostar. Apostaré mis ojos a mantenerlos cerrados cuando acabes y asomen los
créditos sin mi nombre en ellos.
1 comentario:
Me encanta, cada frase supera la anterior, y sobre todo la parte final desde... "Y por eso mismo no escribo sobre ti" me ha dejado sin palabras. Tienes mucho arte chiquilla, sigue con ello que te has ganado una fan.
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