El sonido de la vida
como un grito reencarnado a la luz del sol
desciende en el ocaso de la inconsciencia.
Ojalá ser algo más que el latido que hizo
vibrar
este cuerpo desde el origen del nacimiento;
tan sólo un murmullo en el caos del imaginario
colectivo;
tan sólo una súplica de redención ante el
implacable paso del tiempo.
¿Qué soy? ¿Por qué soy?
Preguntas inconclusas; incertidumbre que no
cesa
ante el sentimiento de la libertad en mis
raíces.
Yo no soy lo que tú crees que soy; tampoco lo
que yo creo,
pero soy lo que mediante mi capacidad creadora
dintelo
en corporeidad vacía.
Me da tanto miedo escribir sobre lo que
siento,
que ya ni escribo sobre mí.
Sólo sé describir el vacío primigenio que
todos sienten alguna vez;
La desesperada purga de la emoción que me
desdobla la realidad
en planos superpuestos sobre las vidas
pasadas;
sobre las vidas no vividas; sobre las
posibilidades no elegidas
de la personalidad que contiene mi cuerpo que
ya no siento mío.
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