Tú eres la droga que consumen y trafican mis ciudadanos.
Boom. Así es como consigues darte la vuelta cuando faltan
motivos para seguir por donde vas. Te explota la razón en la cara, la verdad
como un globo lleno de pintura, que te mancha y al secarse cuesta muchísimo de
que salte a la primera.
Tú eras esa droga que consumí en la fiesta que supuso
conocerte. Y me enganché y parecía de verdad. Intoxicación de palabras, ideas y
de caricias que no hacían falta, que sólo sirvieron para que no me fuera. Y
todavía no lo he hecho del todo pero me queda poquísimo para decir que se acabó.
Y soy de las que cuando lo dicen, queman hectáreas de “lo siento”.
Me dejé llevar tanto, me pegué tanto a tu luz que acabé
desintegrando mi retina en aspavientos innecesarios, en cosas “de más” y dejé
de pertenecer a.
No quiero atarme a un sentimiento que ni si quiera ha nacido
del todo, que sigue pataleando en mi cabeza, queriendo salir, queriendo que lo
entiendas.
Y ahora he comprendido que no necesito que lo hagas porque
si vivo es por mí y si siento, siempre es para mejor, no para que acaben mis
noches desabridas.
Con el apagón de luz de las palabras de tu boca, se me ha
desajustado el tiempo y las cosas que tenía guardadas para ti en mi nevera, han
caducado. Porque compré miradas, besos y palabras de más. Porque a pesar de
haber más, siempre hubo insuficiencia.
Porque me hice perderme, me hice creer que la verdad era
cada palabra que decías. Y por creer, me faltan días que me ha quitado tu
insomnio.

Prometimos hacernos daño un poco más tarde, cuando el resto
de sentimientos fueran capaces de curarnos. Y antes de curarme de una herida,
dejo que me abras tú otra. Tu voz bastaba para sanarme hasta que las cosas se
complican con flores y bombones.
Buscaba estar bien y contigo, querida, no tengo nada de eso.
Has dejado de alimentar mis ganas de quedarme, has dejado de curar mis
mariposas heridas para mandarlas a una guerra de altibajos. Y no lo aguanto. No
aguanto mirar mis pies y ver tu sombra tapándolos.
Tú por tu lado, yo en mis nubes. Y si me buscas, encuentra
la manera de hacerme volar más bajo. Porque he vuelto, pisando con fuerza esa
sombra que me hacía dejar de ser yo.
Hace tiempo que dije que nada me haría salirme de la frontera que tracé en el suelo entre mis relevancias y el resto. Y no voy a empezar a fallarme ahora.
3 comentarios:
La soledad sienta bien cuando se trata de hacernos promesas. Sin embargo, al toparnos de frente con la dimensión a la que nos envía una simple palabra de la otra persona, es cuando todas nuestras pretensiones se derrumban y las fronteras se desdibujan. Nadie nos hace tocar el cielo tan fuerte como quien nos envía directamente al subsuelo.
Te deseo suerte pa' que no acabes fallándote.
Suelo leerme tus entradas y pf, me encanta como escribes :)
Acabo de descubrir algo maravilloso, que magia para escribir.
Publicar un comentario