Desdoblamos lo que somos, relatando nuestras historias y descosiendo las heridas, sin dejar de apuntarnos directamente, dejando a los sucesos hablar por sí solos. Y caí en el hecho de que tal vez sí hagan falta palabras a veces que justifiquen nuestros actos, que no es suficiente con decirnos las verdades y actuar en consideración con ellas, que hace falta también decir a veces por qué las hacemos.
Sólo nos apuntamos y miramos cómo somos, viviéndonos poco a poco, esperando que empiece el invierno para cobijarnos en nuestros duelos de silencios. Nos desafiamos, nos provocamos, para hacer caer el telón y descubrir de qué aciertos estamos hechas. Y ninguna baja esa guardia inamovible, aguardando el momento de explotar como los días que amanece antes de tiempo.
